jueves, 18 de marzo de 2010

¿Cómo podríamos nosotros percibir nuestras partes más sólidas si no existieran, dentro de nosotros, debilidades? ¿Cómo podríamos aprender sin nuestra ignorancia? ¿Cómo podríamos ser varones o mujeres, si no existieran mujeres y varones?... Y aún más ¿cómo pensar que nacemos ciento por ciento nenes o nenas, si portamos en cada célula de nuestro cuerpo 50% de información de un sexo y 50% de información del otro? Todas nuestras cualidades, condiciones, virtudes y defectos están en nosotros, apareados con sus correspondientes opuestos. Quiero decir que ninguno de nosotros es sólo bueno, ni sólo inteligente, ni sólo valiente..Nuestra bondad, inteligencia y valentía coexisten siempre con nuestra maldad, con nuestra estupidez y con nuestra cobardía. Todos hemos escuchado que los que se sienten superiores y tratan de mostrarlo en realidad deben creerse bastante inferiores, y es cierto. Exactamente lo mismo sucede con nuestras otras características: cada vez que un rasgo se manifiesta por sobre todos los demás, no siempre es síntoma de que en nosotros predomina ese rasgo, sino que muchas veces este predominio es solamente la expresión de un gran trabajo con el que la otra polaridad ha sido escondida, evitada, resistida, reprimida..

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